Lo que nos aportan las muy antiguas fuentes de la psicoterapia transgeneracional.

 

La psicoterapia transgeneracional surge de una ampliación de la conciencia mediante la integración de la historia que permanece presente, mientras que su represión, negación o supresión caracteriza un estrechamiento de la conciencia. Este enfoque intemporal busca comprender para aprender las lecciones que hasta ahora faltan. Para ello, primero debemos aprender a aceptar lo que «es» y lo que hoy representa (incluso y especialmente a través de sus síntomas) la historia, sin juzgarla, lo más cerca posible de lo que fue. Esta actitud se inspira en los orígenes remotos de la psicoterapia transgeneracional.

Una ciencia antigua

La atención a los vínculos entre generaciones se remonta a tiempos ancestrales. El culto a los antepasados, por ejemplo, preservaba la memoria de las historias familiares, evitando la interrupción de las transmisiones y fomentando una cierta armonía. Un proverbio chino resume este principio: «Olvidar a los antepasados es ser un arroyo sin fuente, un árbol sin raíces».

Fresco de la Villa Farnessina de Roma – Rafael (hacia 1517)
“La Roma clásica ya no tiene, por así decirlo, mitología divina, ya no sabe decir nada sobre sus dioses, cuyas definiciones y relaciones funcionales, sin embargo, siguen siendo claras. » Georges Dumézil – Del mito a la novela

En las raíces de la transgeneración

El culto a los antepasados existía mucho antes de las religiones organizadas. En regiones como Asia, China, Corea, Japón y Vietnam en particular, la conexión con los antepasados era tanto una práctica de renovación personal como un preciado privilegio. En China, por ejemplo, solo el rey podía rendir homenaje a sus antepasados hasta la séptima generación. Los príncipes se limitaban a la quinta, los altos funcionarios al tercero, y la gente común solo a un antepasado. Además, el Emperador, conocido como «Hijo del Cielo», debía honrar al Cielo y a la Tierra, sus «padres» en un sentido mitológico y simbólico.

En Japón, casi todas las casas tenían un altar en el lugar más solemne. En estos altares se colocaban tablillas con los nombres de los antepasados. Aún hoy, durante las ceremonias de cumpleaños, que continúan practicándose, se recuerda y honra a los antepasados mediante diversos rituales que incluyen ofrendas de incienso, dulces y té, acompañados de cánticos sutras.

Todavía hoy en día, en dojos, lugares de meditación y práctica de yoga, se encuentran altares con la imagen del fundador de la escuela y sus primeros discípulos.

Al cultivar esta relación con los antepasados de manera constante, todos podían reconectarse con sus propias raíces. Del mismo modo, el trabajo de integración transgeneracional implica tomar acción activa respecto a los propios legados transgeneracionales en lugar de sufrirlos pasivamente. Es por eso que Goethe afirmaba: «Lo que has heredado de tus antepasados, adquiérelo para poseerlo», es decir, para evitar ser poseído por esta herencia inconsciente, ¡intégrala! Desde esta perspectiva, el sociólogo y psicoterapeuta Vincent De Gauléjac explica que «el individuo es el producto de una historia de la que busca convertirse en sujeto».

Desde una perspectiva tradicional del desarrollo personal, «dar vida a los antepasados dentro de uno mismo se convierte entonces en una práctica personal». Una práctica que, especialmente en el chamanismo, se extiende a animales, plantas y minerales, siempre con el objetivo de vivir en armonía con toda la creación. Iniciaciones y rituales acompañan este trabajo de integración, garantizando una vida feliz y próspera que todas las tradiciones han buscado proteger.

No te desconectes de tus raíces

Para estas tradiciones, cuidar esta relación atemporal con las fuentes y con la vida misma significa no regresar al pasado, sino integrarlo de manera que los antepasados y los orígenes estén simbólicamente vivos en el presente. En referencia a la «casa de los antepasados» en China, Jung explicaba que en esta cultura, «el centro psicológico de la persona es el lugar donde sus antepasados reencarnaron». Este diálogo íntimo con los antepasados y los orígenes es crucial para un auténtico desarrollo personal.

Estas tradiciones nos enseñan una lección esencial: para individualizarse, no se trata de aislarse de los padres o de cortar nuestras raíces, sino de integrarlas. […]

Esta enseñanza merece ser considerada en un enfoque contemporáneo del transgeneracionalismo. De hecho, ¿qué le sucede al árbol si se le cortan las raíces? Y precisamente, la psicoterapia transgeneracional nos revela hasta qué punto lo que fue reprimido, negado o no dicho carga a la próxima generación hasta el punto de ruptura, donde los mecanismos de defensa empleados anteriormente ya no son suficientes. (El tema de la deuda climática y ambiental es un ejemplo perfecto de lo que las generaciones anteriores pueden haber dejado atrás).

Por lo tanto, se trata más de clarificar e integrar lo impensado de la genealogía que de intentar separarse de ella, una fantasía típica de nuestra cultura moderna. Precisamente para respetar este vínculo con los orígenes, hablo de integración transgeneracional y no de «liberación», que busca separarnos de estos vínculos, como es la tendencia moderna.

Con sus mitos fundacionales, en particular la obra de Hesíodo sobre el nacimiento de los dioses, los griegos establecieron una primera genealogía simbólica de sus orígenes. Un modelo para su propio árbol genealógico que también sirvió de raíz en la noche de los tiempos.

Extracto de “Integrando legados transgeneracionales: una síntesis de prácticas antiguas y contemporáneas” de Thierry Gaillard.

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