Buscando el hogar: Trauma colectivo migratorio - Christian Ortíz

 


Como un pájaro migrante
Con su memoria ancestral
Como cebra o elefante
Que sabe hacia dónde va…
…Como los humanos que cruzan los ríos
Desiertos y selvas buscando comida
Buscando trabajo, buscando la vida
Encuentran el crimen, los traumas, los líos
Y algunos lo logran y viven en paz
Tejiendo otros brazos, rompiendo costumbres
O siendo ilegales, jugando con lumbre
Sacando alimento, dinero y no más

Betsy Pecanins
Ave Phoneix.


Migrar no es un crimen. Migrar es entretejer y resistir. Cargar la propia casa-vida lejos de la tierra-hogar es triste, peligroso y doloroso. Valentía, fuerza y necesidad dan impulso al migrante.
Todos y todas somos el producto de semillas movidas por el viento.
Que la empatía, la comprensión y el entendimiento sean en nuestras vidas.
MIGRAR NO ES UN CRIMEN, MIGRAR ES VIDA ABRIÉNDOSE CAMINO.

Christian Ortíz.



Hay un trauma muy complejo y doloroso en los seres liminales, los que no son ni de aquí, ni de allá. En aquellos que han tenido que migrar, sobrevivir y prosperar en tierras lejanas.
La desconexión y la inadaptación es lo «normal» en la realidad migrante.
¿Podemos sanar en medio de la crueldad? ¿Con la rabia y el pesar de nuestros orígenes de guerra, conquista, esclavismo, marginación y abuso? ¿Con la vergüenza dentro, con la culpa introyectada, casi pidiendo perdón por existir? La respuesta es afirmativa.


Reconocer el trauma.

Reconocer el impacto del trauma transgeneracional y cultural es uno de los primeros pasos, nombrar lo que nunca nos fue explicado. Confrontar la enorme cadena de dolor y humanos lastimados; sin idealizar, pero reconociendo su dignidad y fuerza.
Reconocer hasta donde se ha llegado con tanto en contra, con tan poca compasión; atravesando desiertos, dejando familias, añorando, con miedo, con soledades, pero con la esperanza de una vida mejor. No únicamente sobreviviendo, sino también aferrándose al júbilo como derecho vital.
No se arrancaron los cantos en los campos de explotación, no palideció la fuerza con tanta humillación, solo se ocultó el poder de la estirpe, nos daba vergüenza ser frutos de tanta confusión, sangres unidas por violencia ancestral y algunos amores antiguos.


Comenzar la recuperación.

1. Un paso focal en nuestro proceso de recuperación es el reconocimiento del estado desconectivo y las formas nuevas de crear identidad. Se puede ser diferente, común, extraordinario, raro, y eso está bien.

2. Otro paso es el indagar en nuestros orígenes, preservar lo noble y poderoso, trabajar la sombra colectiva y confrontar lo que ya no es necesario repetir de nuestros linajes, así completos, con errores y aciertos, simplemente somos humanos.

3. Es deseable reconstruir y recrear identidades afirmativas que validen nuestra existencia. Que sean fuente de dignidad, tratando de tomar con ojos abiertos nuestros linajes diversos y sus múltiples adaptaciones. No somos objetos estáticos, somos seres en transformación, mutación y evolución. Entendiendo esto, podemos afirmarnos como la suma de fenómenos complejos y profundos. No somos culpables de toda esa realidad, pero si responsables de elegir qué hacer con lo que nos sucedió a lo que transitaron nuestros ancestros.


Dibujo hecho por un niño migrante en USA.  
Creditos: Academia Estadounidense de Pediatría, vía Associated Press

4. Explorar el autorechazo y cómo nos ha lesionado personal y colectivamente. En algún momento y sin idealizaciones; tenemos que hacer una renuncia consciente a la pedagogía de la violencia como directriz de nuestras vidas. No podemos seguir matándonos a nosotros mismos, diluyendo nuestras vidas con compulsiones y adicciones, con anestesia existencial. Matarnos entre nosotros no es ni será la solución de nada, no somos culpables de tanto dolor inoculado en nuestras venas, matando al otro, también nos destruimos nosotros mismos. Así se muere la humanidad de nuestro ser; mueren familias completas.


Santa C. Barraza, Mujeres Nobles Series: Frances con el Arbol de la Vida, 2011.


Honrar el camino.

Es un camino largo y difícil, sin embargo, no es imposible, no se trata de mágicamente sentirse conciliado con la realidad, significa estar un poco mejor cada día, con la mirada en alto, con más comprensión, un poco menos jodido, un poco menos rotos.

Que cada generación pueda despertar y transmitir un mundo mejor a las que vienen. Que nunca olvidemos nuestras raíces, ni nuestros troncos, ramas y frutos, a pesar de todo seguimos aquí y la vida siempre regala nuevas oportunidades. Que la desesperanza no desvanezca el espíritu, que la dignidad sea en nuestros caminos, que la sanación sea nuestro derecho.

Texto:

Fracciones y notas sobre Trauma migratorio, Christian Ortíz.

Arte:Enrique's Journey (2009) by Josué Rojas


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Christian Ortíz.
MIEMBRO DE C.G. JUNG FOUNDATION FOR ANALYTICAL PSYCHOLOGY Y DE LA ASOCIACIÓN TRANSPERSONAL IBEROAMERICANA.

Psicólogo con más de una década de experiencia en prevención y atención de violencia e intervención en crisis, así como en la psicoeducación en masculinidades. Su vasta experiencia en atención terapéutica se suma al desarrollo de contenidos y capacitaciones.

Su trabajo se centra en la psicoterapia como un puente entre lo visible y lo invisible; para esto, ha desarrollado un estilo propio que une la psicoterapia profunda con enfoques y estilos modernos de aproximación al trauma y autoexploración.






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